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DISCURSO DE BIENVENIDA

46.o Capítulo General
DISCURSO DE BIENVENIDA
Hermano Robert Schieler, FSC
1 de mayo – 22 de mayo de 2022

 

Queridos Hermanos, Hermanas y Colaboradores Lasalianos:

Nos reunimos en un momento en que nuestro mundo está sufriendo, las nubes oscuras se ciernen sobre nuestra casa común.  La pandemia, y ahora la guerra, están causando estragos en nuestro planeta. Los jóvenes se sienten perdidos y muchos han perdido la esperanza. No es este un tiempo muy diferente a los tiempos pasados, cuando las naciones y los pueblos perdieron el rumbo y buscaron la seguridad en falsos dioses.  Tampoco es un tiempo diferente al de nuestro Fundador y los primeros Hermanos; las interminables guerras de Luis XIV, el hambre, las guerras de religión, las crisis financieras.  Ojalá, como escribió San Pablo VI, “el mundo actual —que busca a veces con angustia, a veces con esperanza— pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo, y aceptan consagrar su vida a la tarea de anunciar el reino de Dios y de implantar la Iglesia en el mundo.[1] Esta es la vocación que hemos abrazado.

Hermanos y Hermanas, a ustedes que son testigos de la alegría de Cristo en sus vidas, les doy la bienvenida al 46.o Capítulo General de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Gracias por haber respondido generosamente a la llamada a discernir juntos el futuro que ya se despliega ante nosotros.  Juntos y por asociación, nuestro carisma nos llama a acoger un futuro liberador para quienes aguardan, con impaciencia e inquietud, una oportunidad de vivir dignamente.  Esta es nuestra alegría: nuestra alegría por la misión que Dios nos ha confiado.

Como Capitulares, hemos sido convocados por nuestros Hermanos. Es una gran responsabilidad la que ellos nos confían. Por encima de todo, nos reunimos como comunidad de fe para compartir nuestra experiencia de Dios con los demás.  Lo hacemos mientras escuchamos la palabra de Dios en la oración personal y comunitaria, en la lectura de los signos de los tiempos y en el discernimiento de la voluntad de Dios.[2]  De este modo, se podrá cumplir la voluntad del Espíritu Santo para este Capítulo.

¿Qué responsabilidades tiene un Capítulo General para el conjunto del Instituto?  El artículo 112 de la Regla establece:

El Capítulo está calificado para proceder… a la evaluación periódica de la vida del Instituto, a su adaptación y renovación permanentes, a establecer las líneas maestras de su acción futura, así como a elegir al Hermano Superior General y a los Hermanos Consejeros Generales.

Pero también debemos tener en cuenta el párrafo inicial de ese artículo, ya que manifiesta una finalidad más inspiradora que normativa para nuestra asamblea:

Constituido a imagen del Instituto entero, el Capítulo General es, desde los tiempos del Fundador, la expresión más elevada de la comunión existente entre todos los Hermanos.  Perpetúa entre ellos la fidelidad viva al carisma propio del Instituto.

Hoy compartimos esa comunión y ese carisma con decenas de miles de laicas y laicos, Hermanas y miembros del clero.  Nos sentimos realmente bendecidos con miles de vocaciones lasalianas.

Al comenzar nuestro Capítulo, es bueno recordar los artículos 154 y 155 de nuestra Regla. «La vida y el desarrollo del Instituto dependen ante todo del misterio y del poder de la gracia.  Con todo, merced al don de la libertad, el Señor ha querido poner en manos de los Hermanos el destino del Instituto…» (154). Nuestra responsabilidad, por lo tanto, es «reconocer, analizar y afrontar solidariamente desde la fe las dificultades y los desafíos particulares»(155) que hoy atraviesan el Instituto, nuestra Iglesia y nuestro mundo.

Contemplando la historia de salvación que se actualiza en nuestra vida y en la del Instituto, vivimos la gracia del misterio pascual.  Meditando el itinerario evangélico del Fundador, encontramos en él un modelo de fidelidad en la adversidad y la fuerza para volver a empezar.[3]

Si queremos vivir la gracia del misterio pascual, ¿qué estamos llamados a dejar atrás, de qué debemos desprendernos, permitiendo que el bien ya realizado se eleve como un incienso ante el Señor?  Un Capítulo General es una ocasión para nuevos comienzos.  En las próximas tres semanas, ¿qué nuevos comienzos engendraremos?

Acabamos de invocar al Espíritu Santo para que descienda sobre nosotros.  ¿Estamos preparados para lo que pida de nosotros?  ¿A qué Espíritu Santo estamos invocando, al que produjo la creación a partir del caos?  ¿O al que desencadenó el caos sagrado en Pentecostés?  Mientras que el Espíritu que susurró como una suave brisa a Elías puede ser una preferencia más reconfortante, recuerden que fue el viento, el terremoto y el fuego lo que llamó su atención.  Y cuando esa suave brisa reveló la voz de Dios a Elías, fue como si éste fuera desafiado.  Porque Dios le preguntó: «¿Por qué estás aquí?[4]  Una buena pregunta para nuestra propia reflexión.

Hermanos: este Capítulo sólo dura tres semanas, no las cinco, seis o siete semanas de los Capítulos anteriores.  Lo que había que decir se dijo en esos Capítulos.  Lo que había que escribir se escribió en esos Capítulos.  Últimamente, en el último Capítulo General, revisamos nuestra Regla y pedimos la elaboración de una serie de documentos significativos que articulan nuestra realidad actual, en la que compartimos la responsabilidad de la misión con esos miles de mujeres y hombres laicos dedicados y comprometidos. Esos documentos y la Regla revisada son ricos recursos para nuestra vida y misión de hoy.

Todos queremos que nuestra misión fructifique; pasamos innumerables horas, días y semanas, planificando estratégicamente para seguir manteniendo la vitalidad y la viabilidad de nuestra misión.  ¿Empleamos demasiado tiempo en esto?  ¿Estamos tan centrados en hacer la misión, que no nos concedemos el tiempo suficiente para conocer la misión que Dios quiere para nosotros en este cuarto siglo lasaliano?  Discernamos, y centremos nuestra atención en lo que es más fundamental para la vitalidad del Instituto y su misión hoy. Esta debe ser nuestra tarea durante estas tres semanas.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Hermanos y Colaboradores: invito a que todos entremos en este Capítulo con una experiencia similar a la de los Capitulares de un Capítulo anterior; una experiencia que compartieron con el Instituto al terminar ese Capítulo:

Al llegar aquí sentimos, como muchos de ustedes, que en este momento trascendental de nuestra historia el Capítulo tenía que proporcionarnos un enfoque y una dirección clara. Al mismo tiempo, nos preguntábamos cómo podría hacerlo el Capítulo, o si podría hacerlo. Incluso durante el Capítulo, a veces, las diferencias de cultura, idioma, experiencias, esperanzas y puntos de vista creaban perplejidad y tensiones. Ahora que miramos hacia atrás y vemos la experiencia de estas últimas semanas, nos alegramos de que el Capítulo haya conseguido unirnos en nuestro amor por nuestro Instituto y su misión. Hemos logrado una notable unión de mentes y corazones en asuntos sustanciales. Este Capítulo sugiere que el Instituto, en su riqueza y diversidad internacional, es una parábola viva de la posibilidad de transformar un mundo que «aún conserva la esperanza» (Rom 8,20).

Que así sea para nosotros durante estas semanas.

CONCLUSIÓN

En su libro Soñemos juntos: El camino a un futuro mejor, el Papa Francisco, reflexionando sobre la pandemia, sugiere dos palabras que pueden hacer posible un futuro mejor, palabras igualmente aplicables a este Capítulo General: «descentrar» y «trascender».[5]

El que se descentra, dice el Papa Francisco, puede trascender, es decir, salir de sí mismo, ver más allá de su centro educativo local y del Distrito, abriéndose a un nuevo horizonte.  Este es un consejo importante para nosotros que somos miembros de una Familia Lasaliana global.  Como Capitulares, representamos más que nuestros respectivos Distritos y nuestras Delegaciones.  Somos miembros de un solo Instituto.  Tenemos un poder increíble para el bien cuando aprovechamos al máximo nuestra red internacional.

Comencé estas breves palabras citando las palabras de San Pablo VI en Evangelii Nuntiandi. Que este Capítulo sea un tiempo de nacimiento y renacimiento de las comunidades lasalianas, de las comunidades de Hermanos, de las comunidades de Colaboradores y Hermanos, de las comunidades de Colaboradores lasalianos, que se evangelizan mutuamente para ir anunciando con alegría la Buena Noticia a las hermanas y hermanos hambrientos de esperanza y de oportunidades.


[1] Papa Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, Exhortación Apostólica, n.o 80, 1975.
[2] Regla de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, artículo 46.
[3] Regla de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, artículo n.o 155.
[4] (cf. Mary Stommes, Give Us This Day, junio, 2014, p. 150).
[5] Papa Francisco. Soñemos juntos: El camino a un futuro mejor, p. 135.